Tener éxito no es vergonzoso, ser pobre no es signo de virtud.

Los europeos hemos pasado de considerar la riqueza como un signo de la bendición de Dios a avergonzarse de sus logros económicos. Este caso delirante de falsa conciencia nos puede llevar a la derrota.

Hace miles de años todos los humanos eran cazadores. Algunos grupos aplicaron innovaciones tecnológicas como la agricultura, los metales, el comercio y la navegación que les llevaron a sobresalir sobre el resto. Sin embargo, los occidentales actuales parecemos haber olvidado las razones objetivas del éxito de las culturas que progresan frente a otras que se han quedado ancladas en la edad de piedra o en la Edad Media. Y cuando se olvidan las causas del éxito, las causas del fracaso se vuelven igualmente confusas.

 

La propiedad pasa entonces a ser un robo (en vez de la forma más eficiente de gestionar los recursos); el éxito se convierte en el resultado de la explotación (en vez de en el resultado de aprovechar las oportunidades); por el contrario, la pobreza pasa a ser el resultado de la expropiación o de la mala suerte. El fracaso pasa a tener un halo de virtud y exige compensación en forma de pagos sociales que representan una especia de penitencia social. También exige ventajas políticas (discriminación positiva) para los descendientes de las “víctimas de pasado”. Los triunfadores son vistos como unos pecadores sospechosos, lo que les crea un complejo de culpa que solo puede ser absuelto socialmente tras la correspondiente penitencia (impuestos y donaciones).

Sin embargo, el éxito de un individuo, más aún de un grupo social o de un país, no es accidental, ni la consecuencia del expolio, sino el resultado de la gestión eficiente de los recursos en un contexto de libertad y de imperio de la ley. La conclusión es obvia: para sacar de la pobreza a los países subdesarrollados hay que trasferirles las instituciones adecuadas, no dinero. Sin embargo, esto es justo lo contrario de lo que se cuenta.

Advanced Societies: Their Sense of Guilt and External Foes

10 comentarios

  1. Muy buen artículo.
    Yo no me canso de repetir (y con eso consigo dejar sin argumentos a los borregos de lo políticamente correcto), que si tenemos hoy riquezas y un nivel de vida razonable, es porque nuestros padres se reventaron trabajando muy duro toda su vida.
    Que lo que tenemos hoy se lo debemos al trabajo durísimo de nuestros antepasados. A ellos no les regalaron nada. No vino ninguna ONG ni ningún politiquillo con un cheque o con regalos.
    Mis antepasados sembraban trigo en las montañas de Asturias, y según mi bisabuelo «pasaban hambre, mucha hambre, y frío, mucho frío».
    La bisabuela de mi marido se mató cuando se despeñó en Teror, Gran Canaria. ¿Qué hacía? Era muy anciana y estaba en una terraza en la ladera de una montaña, ¡sembrando patatas!

    Así que…. ningún remordimiento por lo que tengo. Ninguno.
    Y me encargo de que mis cuatro hijos estén orgullosos del trabajo de sus antepasados.

    Que trabajaron para nosotros, no para los invasores extranjeros que se están comiendo el trabajo y el esfuerzo de nuestros antepasados.

    Lo que hoy disfrutan mis hijos se lo deben a sus antepasados.

  2. Como casi siempre la cosa dependerá. Un hijo de pobres tiene un montón de posibilidades de ser padre de pobres. Un hijo de ricos, nace rico y solo si es muy tonto, morirá pobre. Negar esto es como decir que las estrellas son caramelos de anís.

    Por otra parte habría que analizar como se ha conseguido ese éxito. Desde luego un empresario puede ser trabajador honrado, justo y tener un éxito respetable que en pocos casos es criticado (especialmente por quienes comen de su iniciativa e inteligencia), pero también pueden ser un Julián Muñoz o un Roldán. Si parangonamos éxito con dinero, éstos últimos lo han logrado; pero sí, de forma vergonzosa (encima ni Roldán ni Muñoz han devuelto un duro de lo robado). Hay muchos, muchísimos casos más: Boyer, Villalonga, El Dioni… cada uno con sus particularidades, han hecho muchísimo daño a mucha gente, pero ellos siguen forrados; han tenido éxito.

    Creo que son estos últimos quienes más han contribuido a forjar el tópico que criticas, que si bién es injusto para el empresario rico y honrado, también reconocerás que éstos últimamente surgen como champiñones y son mucho más vistosos.

  3. Estoy de acuerdo, transferir dinero es una estupidezl. Sobretodo por la corrupción y la mala distribucón de riquezas que existe. Lo mejor es transferir enseñanda y educación, para que las sociedades puedan formar su desarrollo…

  4. AMDG: tengo que advertirte que el tal Elentir probablemente sea el mismo usurpador que usó el nombre de Prevost en otro hilo.
    No creo que el auténtico Elentir diga estas cosas.

  5. AMDG comentas que en Europa se «consideraba la riqueza como un signo de la bendición de Dios». Esto es cierto solo parcialmente esta visión es propia del judaismo y de algunos grupos protestantes, como los calvinistas que tienen una idea distorsionada de la predestinación. Pero desde un punto de vista católico la bondad o maldad de la riqueza depende directamente del modo en que sea obtenida. Si es fruto del trabajo seria licita y sino no. Lo que si es verdad es que esta postura condenaria los dos extremos, tanto al que es rico sin dar palo al agua, como al pobre que pudiendo trabajar no lo hace por que sabe que papa estado no va a dejar que se muera de hambre.

    Hay una frase en los evangelios que resume muy bien esto, que dice: «El que no quiera trabajar, que no coma»

    Estoy de acuerdo en que enviar dinero al tercer mundo no soluciona nada , en primer lugar por que la mitad de lo quedan los gobernantes que por lo general son tiranos y en segundo lugar por que aunque sus gobernantes tengan voluntad de ser honrados en muchos paises hay zonas extensas en las que el gobierno no tiene una minima estructura administrativa que le permita distribuirla.

  6. Que interesante discusión, ………y ustedes la hacen en Europa con un nivel de vida hoy muy superior a la de la mayoría de los latinoamericanos ( a pesar que hace treinta años España estaba muy atrás de Venezuela en nivel de vida, y cualquier parámetro que se quiera utilizar). Yo estoy muy de acuerdo con el planteamiento de AMDG, soy venezolano y vivo en Venezuela y ese discurso pendejo de maldecir a los ricos me tiene decepcionado al igual que esa pendejada de culpar a los europeos de nuestro fracaso. Quien nos desgobierna lleva nueve años en el poder, recibió hasta ahora 500 mil millones de dollares en ingresos, y las únicas estadísticas que lideramos son las de muertes violentas por armas de fuego, la de paises corruptos y paises menos amigables para la inversión. Y para colmo, para desarrollar este socialismo del siglo XXI necesitamos importar intelectuales como Juan Carlos Monedero, filósofo español que dice las mayores pelotudeces del mundo y esta jugando a hacer ingeniería social con los pendejos venezolanos ( obviamente, para mayor contradicción sus servicios los cobnra en US$)seguramente si pretendiera aplicar las pendejadas que dice en España, solo sería motivo de burla, pero esa es la desgracia que le sucede a los países donde los gobiernos son amos y no sirvientes de los ciudadanos

  7. Difiero de Nefer. Fui educado en un colegio católico jesuita donde durante 13 años me enseñaron que los ricos nunca irán al cielo, en cambio sólo los pobres tienen ese privilegio de ultratumba.

    Por favor, que esta declaración sea propuesta como artículo primero en las constituciones de todos los países latinoamericanos. Si tanto los gobiernos como los ciudadanos lo tomaran como una ley de obligatorio entendimiento y puesta en práctica, ese lado del mundo sería muy distinto.

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