Nos insisten en que vienen a pagarnos las pensiones (¿tan tontos son los inmigrantes?), pero la realidad es muy distinta: vienen a disfrutar de unos mayores salarios y de los beneficios sociales que pagamos entre todos. El artículo que reseño trata de la inmigración a Norteamérica, pero se podría aplicar a la europea y a la española. Unos cifras:
- El 30% de los inmigrantes carece de estudios secundarios, un porcentaje cuatro veces superior al de los norteamericanos. De los mejicanos, el grupo más numeroso, el 62% carecen de estudios secundarios.
- El 45% de los inmigrantes vive por debajo o cerca del límite de la pobreza, frente al 29% de los hogares de los norteamericanos de nacimiento. [Nótese que esto es relativo, se considera pobreza automáticamente al porcentaje de menor renta.]
- El 30% de los hogares inmigrantes se beneficia del Crédito Fiscal (Earned Income Tax Credit), frente al 15% de los nativos. No sé qué es exactamente eso, pero estoy seguro de que al final significa que no paga impuestos y recibe bonificaciones.
- La mitad de los inmigrantes carece de seguro médico, porcentaje que dobla el de los nativos. Como los hospitales están obligados por ley a recibir a cualquier persona en caso de urgencia, los costes son repercutidos a los asegurados. En Los Ángeles muchos hospitales han cerrado los servicios de urgencia, por esta razón.
En 1996 se intentó excluir por ley a los inmigrantes ilegales de los beneficios sociales, pero no se consiguió [no cuentan porque]. Por ello afirman que “intentar excluir as los inmigrantes de los beneficios sociales una vez están dentro es pura fantasía”. Los liberales se frotan las manos por ello; el artículo recoge las palabras de Milton Friedman: “Es obvio que no puede haber inmigración libre y estado de bienestar”.
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