En el norte se estableció la Casa de Omri, que gobernó de forma centralista, como Salomón. En estas circunstancias resurgieron los profetas. En particular, Elías, un rechabita, la primera de las secta puristas y fundamentalistas judías. Fue muy crítico con la Casa de Omri por razones religiosas y sociales (p. 66). La Casa de Omri había abandonado el culto a Yahvé e introducido el de Baal.
Elías nombró profeta sucesor a Eliseo, que preparó un golpe de estado bastante sangriento contra la Casa de Omri, seguido de una purga religiosa sistemática. El nuevo reinado derivó pronto hacia la tiranía. Surge un nuevo profeta Amos, que trata sobre todo de temas de justicia social. Vemos aquí el prototipo del cura progre.
En el siglo IX el poder de Asiria se consolidó, el reino del norte pasó a ser tributario suyo. En el 734 empiezan las deportaciones de población a Babilonia. En el 722 se completa la destrucción del reino del norte. La élite es deportada y se traen colonos. Desaparecen así de la historia las 10 tribus del norte, que fueron asimiladas por los arameos circundantes, con los que se mezclaron. A los ojos de los israelitas del sur (judíos), los del norte habían sido siempre heterodoxos y habían mezclado su religión con la pagana. En el futuro serán los despreciados “samaritanos” (p. 70).
Algunos israelitas escaparon al sur, entre ellos el profeta Osías, una figura misteriosa. Predijo que el reino del norte desaparecería, como castigo por el paganismo y el pecado. Sin embargo, no le dio mayor importancia a este hecho, pues tras el arrepentimiento Dios devolvería el favor al pueblo de Israel. Para ello era esencial un cambio en el corazón de los hombres. Había que recobrar el amor de Dios mediante la buena voluntad de los hombres (p. 71).
Es la primera vez que en Israel se propone una “religión del corazón”, independiente de los rituales sociales. Una cosa que parece tan “moderna”, tiene más de 2500 años: nada nuevo bajo el sol (formula también judía). Esto llevó a la “gente del pueblo” en sentido literal, los del campo, a imponer al rey la ley de siempre en una especie de “monarquía constitucional” avant la lettre, una vez más, y van ni se sabe ya. (p. 72).
Este es un musulman que habla bien de los http://elreloj.com/article.php?id=22904judios