Hemos tratado aquí (La adopción entre los musulmanes, una práctica degradante e interesada, a veces sexualmente) de la prohibición por Mojamé de esa institución pagana que permite a los niños huérfanos tener un hogar familiar normal. No se entiende tal crueldad, y sin embargo, la podríamos tener dentro de poco en la Unión Europea si no se paran las pretensiones del Turco.
La dirección de asuntos religiosos del gobierno turco ha publicado un libro sobre la familia en el que acepta la adopción pero prohíbe dar el apellido al hijo adoptado. Además, cuando se hacen adultos el adoptante se puede casar con el adoptado. Una forma muy musulmana de evitar que el adoptado se sienta parte de la familia.
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